DETRÁS DE LA NOTICIA
Alfredo Martínez de Aguilar
Tras la perversa maniobra contra la Cámara Baja el siguiente golpe del Presidente será apoderarse del dinero de las Afores. La razón es muy simple y sencilla: No hay dinero para seguir comprando votos regalando dinero.
Todo es consecuencia que la recaudación fiscal, se ha colapsado. Los ingresos petroleros se evaporaron, hay fuga de capitales, y no se podrá cumplir la expectativa de gasto para 2020. Pero AMLO insistirá en comprar votos.
La sabiduría práctica y pragmática del viejo sistema político unipartidista del PNR, PRM trocado finalmente en PRI, enseñaba a hacer política, gobernar y administrar, simplemente con saliva.
El caso paradigmático de hacer política, gobernar y administrar con saliva, para manipular el inconsciente colectivo, es nada menos que el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Un aspecto poco observado por la psicología política, como parte integrante de las neurociencias es la alta carga del cinismo mayúsculo del mandatario mexicano. No miente engaña con la verdad.
Por su improvisación y falta de vocación de servicio, la nueva clase política ni idea tiene de la trascendencia del manejo de ideas y palabras para convencer y concientizar, o para manipular.
Ello ocurre, a pesar que presumen curricularmente ser expertos en ciencia y marketing político. El mayor problema es que muchos de ellos son seguidores del way of life, estilo de vida americano.
En otras palabras, a la nueva clase política presumidos por Enrique Peña Nieto como “la nueva cara del PRI”, no les importa mínimamente resolver de manera real los problemas del pueblo.
La escandalosa corrupción prohijada por los gobernadores de la calaña de Javier Duarte de Ochoa, Roberto Borge Ángulo y César Duarte Jáquez, fue la puntilla que terminó de hundir al PRI.
No obstante su aplastante victoria al arrasar en las elecciones presidenciales del primero de julio de 2018, la emergencia sanitaria por la pandemia del COVBID-19 ha desplomado su popularidad.
En un ejercicio de creación de escenarios políticos futuros desde ya podemos adelantar que prácticamente será muy difícil, casi imposible que López Obrador pueda recuperar su fortaleza.
El inicial declive iniciado hace dos meses, se ha convertido en una clara tendencia en picada en la aceptación de los mexicanos, como resultado de sus yerros económicos, sanitarios y de seguridad.
De ahí la urgencia, por desesperación, de López Obrador por dar un Golpe de Estado técnico a la Cámara de Diputados federal para apoderarse de la definición y asignación del presupuesto.
Tras la perversa maniobra contra la Cámara Baja el siguiente golpe del Presidente será apoderarse del dinero de las Afores. La razón es muy simple y sencilla: No hay dinero para comprar votos.
El pretexto de AMLO es proteger los fondos de ahorro para el retiro, que administran las Afores, y que ya sufrieron pérdidas por 82 mil millones a causa del impacto del Covid-19 en la economía.
Equivalen a 2.1 por ciento de los recursos administrados por las Afores, según las estadísticas de la Comisión Nacional de Ahorro para el Retiro (Consar), de diciembre de 2019 al cierre de marzo.
La volatilidad en mercados financieros provoca minusvalías y/o pérdidas para el trabajador que tiene sus recursos en las Afores, si no se compensan con mayor rendimiento antes del retiro.
Se agrava el futuro. En marzo salieron del país capitales por 183 mil 327 millones de pesos de inversiones de extranjeros en bonos del gobierno, equivalentes a 7 mil 683 millones de dólares.
Y podría seguir la caída, toda vez que la salida de extranjeros y sus capitales podría acentuarse, sobre todo si el impacto económico por COVID-19 deteriora aún más la posición fiscal del México.
Hay que sumar si los precios del petróleo se mantienen bajos (afectando a Pemex y los ingresos petroleros), y si prevalece en el mundo un entorno de preferencia por liquidez y activos seguros.
El verdadero problema es que López Obrador y el gobierno federal se quedaron sin dinero en abril.
Por eso, no se enfrenta la pandemia de COVID-19 de manera adecuada con pruebas masivas.
También pidió al Banco de México que ya le diera los excedentes obtenidos por la devaluación del peso y, se rehusó, ya que por ley dichos excedentes se entregarán hasta el próximo año.
Ilegalmente pide que los trabajadores de dependencias de gobierno «renuncien voluntariamente» al 25% de su salario y a sus aguinaldos. Esos ingresos están protegidos y garantizados por la ley.
Asimismo, el Presidente López Obrador ordenó que el 75% del presupuesto de diversas dependencias no se utilice, según refiere el articulista de la Revista Replicante Irving Gatell.
«Austeridad republicana», le llama. Pero eso es un eufemismo. Su nombre verdadero es «no tenemos dinero». Y repito: lo grave es que apenas estamos en abril, precisa Gatell-Bueno.
Todo es consecuencia que la recaudación fiscal, se ha colapsado. Los ingresos petroleros se evaporaron y no se podrá cumplir la expectativa de gasto para 2020. Pero López no se rendirá.
Está obsesionado con seguir adelante especialmente con sus megaproyectos Dos Bocas, el Tren Maya (concesionado en su primer tramo a una empresa corrupta a más no poder) y Santa Lucía.
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