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Es la violencia política signo de los tiempos

Alfredo Martínez de Aguilar

A pasos más que agigantados, la violencia política más que la violencia del crimen organizado, se ha convertido en Oaxaca en signo de los tiempos con acciones cada vez más brutales.

Para no ir tan lejos por un ejemplo concreto, ahí están los asesinatos de los perredistas Carlos Martínez Villavicencio, Fidel López Nelio y Bernardo Bautista en Santiago Juxtlahuaca.

Es de llamar la atención el ‘modus operandi’ de la emboscada en la que perdieron la vida con claros visos de una ejecución. Obligado es preguntar con el argot policiaco ‘qué se comieron’.

Porque, salvo casos fortuitos en los llamados ‘daños colaterales’ al estar la víctima en el lugar y hora equivocados, es innegable que en política no hay casualidades, sino causalidades.

Y el asesinato de los tres personajes en cuestión está íntimamente ligado a la política, toda vez que Carlos Martínez Villavicencio había sido diputado local del PRD en la anterior Legislatura Local.

Pero todavía más interesante resulta observar que Martínez Villavicencio era uno de los precandidatos naturales del propio Partido de la Revolución Democrática a diputado federal.

En el ataque también perdieron la vida, Fidel López Nelio, ex vocero del PRD, y Bernardo Bautista, militante del Partido del Sol Azteca, los tres recibieron varios disparos de ‘cuernos de chivo’.

Aun cuando la zona triqui se caracteriza por su cultura de la muerte, no es común que en los asesinatos se utilicen fusiles de asalto ‘cuernos de chivo’, preferidos del crimen organizado.

Independientemente que una obligada línea de investigación debe ser hurgar si los tres o alguno de los tres estaban involucrados con la delincuencia organizada que ha contaminado a los triquis.

Asimismo, obligado es que los policías de la Agencia Estatal de Investigaciones escudriñen en las pugnas internas de las tribus del propio PRD porque su ejecución huele a traición interna.

Es de presumir fundadamente que los ejecutores de los tres perredistas sabían que tras su participación en el carnaval de Juxtlahuaca regresarían a la ciudad de Oaxaca y los cazaron.

En vísperas de la selección de los candidatos a diputados federales de todos los partidos y del inicio de las campañas político-electorales, es vital que se aclare este deleznable crimen.

Pero no se trata de blindar únicamente a los políticos en campaña, sino a toda la sociedad para evitar que la violencia, sangre y muerte siga sentando su carta de naturalización en Oaxaca.

Cuando hay voluntad política para combatir la comisión de los delitos fácilmente se consigue hacerlo, como lo demostraron ayer la Policía Municipal y la Agencia Estatal de Investigaciones.

En una actitud y decisión muy loable, la estrecha coordinación entre el alcalde capitalino Javier Villacaña y el Procurador de Justicia, Héctor Joaquín Carrillo Ruiz, permitió anotarse un éxito.

Lograr el desalojo y detención de los grupos de choque encapuchados del Sindicato Libertad, que tomaron por asalto la Central Camionera de Segunda Clase, no es de ninguna manera cosa menor.

Bien por ambos servidores públicos que cumplieron a cabalidad su obligación de respetar y hacer respetar la Ley como lo reclaman a gritos las y los oaxaqueños, hartos de la impunidad.

alfredo_daguilar@hotmail.com director@revista-mujeres.com

@efektoaguila

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