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MVS publica segundo reportaje del caso Cuauhtémoc Gutiérrez


Las mujeres que fueron entrevistadas por el priista, cuentan cómo es que no las dejó de besar, a una le pidió desnudarse, pro no lo hizo; y otra confiesa los nervios que sintió al verse sola con él.

El pasado 2 abril,  presentamos un reportaje sobre el grupo de  jóvenes edecanes que prestan servicios sexuales al actual líder con licencia del Partido Revolucionario Institucional, el PRI, en el DF,Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre.

Prisicila Martínez González, quien en la estructura burocrática  esta registrada  como “auxiliar administrativa” y que cuenta con tres carteras más en ese partido, era la encargada de reclutar a las jóvenes en búsqueda de trabajo.

Fue ella, cuya voz se escuchó en ese reportaje, quien propone a una reportera infiltrada de MVS, formar parte de ese grupo de chicas dispuestas a atender al líder tricolor.

En su declaración ante la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, Prisicila dijo que le pagaron 30 mil pesos por hacer esa grabación. Según ella, una mujer de  nombre “Maribel”, le propuso ese trato y ella aceptó para vengarse de Cuauhtémoc Gutiérrez quien, supuestamente, no la tomaba en cuenta arrinconándola en un cuchitril.

Ante las acusaciones, la primera emisión de Noticias MVS decidió poner a disposición de los radioescuchas la grabación completa hecha por la reportera infiltrada en los portales de MVS y Aristegui Noticias.

Son casi cuatro horas de grabación sin interrupciones y ediciones. En ese lapso, no hay negocación para afectar al líder tricolor.  Este es la única grabación usada este equipo para hacer el reportaje. prisicila mintió.

Sin embargo, al hacer una revisión detallada del material,  nos encontramos con diálogos y pasajes de esta historia hasta ahora no contados.

Las jóvenes en búsqueda de trabajo llegan por dos rutas: los anuncios difundidos en internet o por recomendación de alguna amiga que conoce el ambiente.

Las aspirantes están reunidas en la oficina de Priscila Martínez ubicada en Puente de Alvarado no. 60. es el edificio pintado de rojo chillante.

Cinco chicas en busca de trabajo como edecanes ven llegar a  Adriana Rodríguez, la reclutadora con quien la reportera de noticias MVS habló por teléfono para pactar la entrevista de trabajo.

Se sienta sobre una caja y comienza a pedir los datos a cada una de ellas. En una libretita anota nombre, edad, talla, peso, disponibilidad de horario y si tienen hijos.

“¿Ustedes también hablaron con Pris?”, les pregunta.

Sin entrar en detalles les adelanta cuáles son los tipos de guardias que les tocará desempeñar en caso de ser contratadas.

De pronto, la conversación se interrumpe cuando se escucha un breve fragmento de la canción del Moulin Rouge. Es el tono del celular de Adriana, quien contesta y sale de la pequeña oficina hacia el patio trasero del edificio.

Apenas tarda dos minutos y regresa a la oficina. Les dice que Priscila ya está por avenida Reforma y no tarda en llegar. Incluso, les pregunta si alguna tiene que le cambie un billete para pagar el taxi.

“¡Por qué crees que estamos aquí!”, una de las chicas le responde en tono de broma.

Las aspirantes se cambian de ropa. Sacan de entre sus bolsos pequeños vestidos y zapatillas con plataformas.

Adriana le cede su lugar a la reportera, quien permanecía de pie a un lado de la puerta. “Siéntate aquí”, le dice.

Al momento de despojarse del pantalón para ponerse una minifalda de color negro, tira accidentalmente la fotografía del presidente Enrique Peña Nieto que está a ras de piso, recargada en la pared. Sus compañeras ríen.

Ya ataviadas con sus vestidos cortos y tacones altos las aspirantes se dan ánimos entre sí. Platican sobre su edad, sus tallas, se preguntan si darán el perfil que se solicita para el puesto.

Se escucha el rechinido de la vieja puerta de madera de la oficina. Se abre y aparece por primera vez Priscila. Viste un conjunto de blusa y short negro sobre unas mallas de color gris. Cabello suelto lacio, oscuro. Ojos bien maquillados con delineador y labial tenue.

Se disculpa por llegar tarde. Sonriente saluda a las chicas y se dirige a su escritorio con cubierta de cristal.

Adriana pide a las aspirantes salir al patio mientras Priscila realiza las entrevistas, a cada una por separado.

El sonido de los tacones de las chicas rebota entre las viejas paredes del edificio. Se ponen cómodas en un columpio de jardín bajo la sobra de un árbol.

El lugar está vacío. No hay gente trabajando en esa parte del edificio de dos plantas. Nadie cruza el portón que lleva hasta ahí.

Mientras Priscila entrevista a una de las chicas, sus cuatro compañeras se sientan juntas. Apenas caben en el columpio. El silencio del lugar permite escuchar a los pájaros, los perros, las sirenas de patrullas o ambulancias que pasan por la zona.

Las muchachas, ya en confianza, platican abiertamente.  Lo hacen con complicidad y franqueza. Una de ellas, confiesa que ya sabía que se trataba de un trabajo sucio, lo dice en voz baja, casi susurrando para no ser escuchada por las coordinadoras.

Es una larga espera. Las chicas bombardean a Adriana con preguntas. Quieren saber si los pagos son puntuales, si les dan tiempo para ir a comer, si sale barata la comida corrida en esa zona, si es necesario que se queden hasta muy tarde en los eventos de la noche y si siempre les pagan siempre el taxi.

Adriana responde uno a uno de los cuestionamientos con paciencia. Incluso comenta que está por realizarse un evento en Veracruz al que muy probablemente el jefe lleve a algunas de las nuevas edecanes.

Una de las chicas que era  entrevistada por Priscila sale a toda prisa. Voltea la mirada hacia el fondo del patio donde se encuentran las demás candidatas, mueve la cabeza de un lado al otro  y abandona el  lugar tras azotar el pesado portón de madera.

Llega el turno de la reportera. Camina hacia la oficina de Priscila y empieza un diálogo de 18 minutos entre ellas.

En ese momento, es  cuando  explica que, entre sus actividades, está el tener sexo con Gutiérrez de la Torre.

Concluyen las entrevistas, las cuatro chicas que aceptaron las condiciones del empleo salen del edificio y cruzan la avenida Puente de Alvarado. Los reporteros Daniel Lizárraga y Juan Omar Fierro observan a lo lejos el momento en que las muchachas caminan acompañadas por Priscila y Adriana hacia la sede del PRI en el DF.

Después del primer contacto con Sandra, la secretaria particular de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, las chicas permanecen en uno de los cuartos junto con las edecanes que ya prestan sus servicios.

Cuando toca el turno de la reportera  para entrevistarse con el priista en su oficina, le piden quitarse el suéter para dejar al descubierto su escote y los hombros. También debe dejar su bolsa en el cuarto.

En este lapso, la grabadora de la reportera que permanece oculta en su bolso, registra detalles de las conversaciones que sostienen las chichas de nuevo ingreso junto con  las que tienen tiempo trabajando ahí.

Las más experimentadas hablan sobre el comportamiento de Cuauhtémoc Gutiérrez en la intimidad.

Una de ellas dice que él no la dejó de besar. Esto se puede escuchar en el minuto 24 de la tercera hora.

Otra suelta que le pidieron desnudarse, pero no lo hizo…. esto se oye en el minuto 25 también de la tercera hora.

Una más confiesa los nervios que sintió al verse por vez primera a solas con el jefe. Este registro se puede encontrar en el minuto 26 de la tercera hora de grabación.

Mira el reportaje de MVS sobre el caso Cuauhtémoc Gutiérrez

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