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El 2% de las sirvientas en México cuenta con seguro social

Investigadoras de la UNAM y la UAM dicen que este tipo de empleadas tiene en promedio 39 años y carece de horario, vacaciones y plan de jubilación.

México
En México, 98 por ciento de las empleadas en el hogar (aproximadamente 2 millones 300 mil) se encuentran en una situación laboral que las deja indefensas ante un imprevisto de salud por no estar inscritas a ningún sistema de seguridad social, además de que no tienen un horario de trabajo fijo ni vacaciones.

Marcelina Bautista, integrante del Centro de Apoyo y Capacitación para las Empleadas del Hogar (Caceh), las investigadoras Marta Lamas, de la UNAM, y Mary Goldsmith, de la UAM Xochimilco, señalaron en conferencia de prensa que quienes todos los días limpian los hogares y “nos hacen de comer” tienen en promedio 39 de edad y no cuentan con perspectivas de jubilación.

Adicionalmente, una de cada tres sirvientas gana menos del salario mínimo, es decir, tienen que cubrir sus necesidades, y en ocasiones hasta las de sus familiares, con menos de dos mil pesos al mes.

Convenio 189

Desde hace un año, recordaron las investigadoras, entró en vigor el Convenio 189, documento de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el que se especifican los derechos que tienen estas trabajadoras y que fue firmado por México, pero hasta el momento no lo ha ratificado.

En el país este tipo de empleo “se encuentra en la informalidad” y el actual gobierno federal ha manifestado su voluntad política de que se debe regularizar ese tipo de trabajadores, pero a tres años de la firma del acuerdo “no veo claro que se esté buscando que las empleadas del hogar se incluyan y se ratifique el convenio 189”, afirmó Bautista.

Ante esta situación, el Caceh entregó esta semana una carta a Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, firmada por 124 empleadores, donde se le solicita ratificar el documento de la OIT, a fin de que se respeten los derechos de las empleadas del hogar.

Al respecto, Goldsmith resaltó que únicamente 2 por ciento de las empleadas tiene seguridad social, un beneficio que no solo es para ellas, sino también para sus familias.

Por ello, agregó, “la firma del convenio no solo defendería a las personas que trabajan en el hogar, también a las que dependen de ellas, porque más de 70 por ciento son madres. Tendría un efecto dominó, ya que representaría un beneficio para sus familias. Estamos hablando de una población de 10 millones de habitantes”.

Burocracia

Entre los firmantes se encuentran investigadores y académicos, quienes han enfrentado a la burocracia para dar de alta a sus trabajadoras en el Instituto Mexicano del Seguro Social.

Marta Lamas, investigadora del Programa de Equidad de Género de la UNAM, destacó que “existe cierto grado de dificultad como empleador para ingresar a una trabajadora al Seguro Social, los mecanismos no funcionan y el tema de darles un estatuto de empleada común y corriente implicaría que, como cualquier patrón, tienes que hacer una serie de procesos frente al Seguro Social, implica tiempo y esfuerzo, y la gente se resiste a ellos”.

Bautista puntualizó que los malos tratos a las trabajadoras tienen raíces discriminatorias, basadas en los usos y costumbres: “Recientemente estuvimos en el Senado y uno de los asesores de una legisladora dijo: ‘para qué se va a ratificar, si las empleadas van a empezar a hacer trámites y muchas no saben ni leer ni escribir’. Hay un discurso discriminatorio”.

También consideró que los derechos de las trabajadoras del hogar no están en la agenda de la coyuntura política porque, a pesar de ser millones, no están organizadas en “un movimiento numeroso que ejerza presión”, abundó la activista.

Además, desmintió que de ratificar el Convenio 189 se podría registrar un despido de las empleadas del hogar, porque éstas no tienen ningún costo para el Estado.

Como ejemplo, se expuso el caso de Argentina, donde, de acuerdo con el salario que perciben las personas, se detecta que tienen trabajadoras y si no lo especifican en su situación fiscal, en automático el gobierno les descuenta como si tuvieran una empleada, porque suponen que por sus responsabilidades y sus salarios requieren de una sirvienta en casa.

Los países que han ratificado dicho convenio son Uruguay, Bolivia, Nicaragua, Paraguay, Argentina, Colombia, Ecuador y Costa Rica.

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Las iraníes se hacen adictas por aburrimiento

Cada vez hay más mujeres drogadictas en Irán. El aburrimiento, la falta de actividades sociales, el bajo precio de los estupefacientes y, también, el deseo de adelgazar, impulsan el consumo, que se ha disparado en los últimos años.

“Empecé a tomar opio con mi marido. Me dijo que era muy bueno y lo metió en el narguile (pipa de agua). Luego pasé a la morfina y a la metadona”, dijo Feresté, una joven de 30, que reconoce llevar 10 años drogándose. Cuando se le preguntan las causas, responde sin dudar: “No hay nada que hacer. No hay discotecas, no hay ningún entretenimiento”.

Otras ocho compañeras suyas en el centro de atención a drogodependientes Chitgar, de la ONG Tabalodé Dobaré (Renacer), asienten sin dudarlo y se quejan: “Pasamos horas y horas en la casa sin hacer nada”.

Suheila, de 33 años, dice haber consumido “de todo” en los últimos 11 porque en Irán “una mujer que no trabaja tiene que estar encerrada dedicándose solo a las labores del hogar. Todo el mundo necesita salir y gastar su energía. En este país no existe eso y, para las mujeres, menos todavía”.

En esa nación “el aburrimiento y la falta de entretenimiento adecuado es factor, por eso aquí les enseñamos a programar su tiempo y que rellenen sus horas libres de otra forma”, explicó la responsable del centro, Sahra Kanatian.

EFE/Teherán

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